Entre 1906 y 1910, el arquitecto Antoni Gaudí levantaba uno de los edificios emblemáticos de Barcelona. Conocida como La Pedrera, debido al predominio de la piedra como elemento constructivo, se encuentra en el famoso Paseo de Gracia de la capital catalana.
El edificio son dos casas de vecindad, uniformadas gracias a las líneas que establece la fachada, en una especie de cinturones. Para su construcción, Gaudí se inspiró en las formas de la naturaleza. Las plantas de cada una de las vecindades es claramente distinta de la otra, de forma que quedan establecidos dos edificios distintos, enmarcados dentro de uno sólo.
Para construir la fachada, se realizaron moldes que sirevieron para la creación de las piedras que la componen. Estas piedras quedan a su vez enganchadas en cinturones metálicos, dando estabilidad al conjunto. A su vez, los balcones llegan a parecer hierbas en una fase de abstracción.
Aunque en un principio Gaudí había concebido la Casa Milá como un enorme pedestal para un grupo escultórico de la Virgen del Rosario flanqueada por San Miguel y San Gabriel, éste grupo quedo sustituido por las figuras antropomorfas que otorgan una especial característica al edificio.
Gaudí es con derecho propio uno de los arquitectos españoles más importantes de la historia, y todo aquel que pasé por Barcelona debe sin duda dedicar al menos un minuto a contemplar su fascinante, y puede que a veces inquietante, obra.
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